Psicotécnicos : Aspectos en el diseño de una ciudad que pueden reducir los accidentes de tráfico

Psicotécnicos : Aspectos en el diseño de una ciudad que pueden reducir los accidentes de tráfico

Según un informe de la Dirección General de Tráfico sobre el ciclo de 2013, las grandes ciudades cada vez albergan más personas residentes y parece que la tendencia va a seguir en aumento. Por ende, más vehículos circulan por las mismas. Actualmente, en torno al 50 % de la población mundial reside en ciudades y, se estima que, para 2050 el dato será cercano al 75 %. En nuestro país la cifra actual es del 70 % aproximadamente.

Por suerte para todos nosotros, los datos de ese mismo informe reflejan que las víctimas por accidentes en zonas urbanas se van reduciendo en comparación con el aumento del tráfico y residentes en las mismas. De todos modos, debemos tener en cuenta el alto porcentaje que suponen los peatones fallecidos, que corresponde al 50 % de los fallecidos en las vías urbanas. En 2013, aumentaron ligeramente los accidentes con víctimas en el núcleo urbano, pero se reducía un 2 % el dato de víctimas mortales del año anterior.

En todo caso, cualquier esfuerzo es poco y debemos intentar que los datos de accidentes y, sobre todo, de víctimas mortales continúen en descenso hasta que llegue el día en que desaparezcan. Para ello, hemos recapitulado una serie de ideas que podrían reducir la siniestralidad en nuestras vías urbanas.

contaminacion-urbana

Una de las medidas más efectivas para reducir tanto el número de accidentes entre vehículos como de atropellos es disminuir la cifra de vehículos que circulan por las ciudades. Como es lógico, esto tendría un gran impacto en la sociedad, ya que dificultaría la movilidad de los habitantes y personas que trabajan en los núcleos urbanos. ¿Solución? Ofrecer unas alternativas de movilidad de alta calidad.

Para ello es necesario potenciar aún más el transporte público, como puede ser el metro o el autobús, pero con unas ventajas que resulten interesantes para el ciudadano. Disminuir el precio de los bonos de viajes, aumentar la frecuencia y velocidad de los trayectos, mejorar las posibilidades de combinaciones entre distintas líneas y dotar de una mayor comodidad, seguridad y accesibilidad a los diferentes servicios.

Las grandes ciudades tendrían que adaptarse y mejorar sus infraestructuras, además de para el transporte público, con la creación y potenciación de otros métodos como puede ser combinar el transporte público con la bicicleta y el desplazamiento a pie. Crear amplios carriles destinados a la circulación de bicicletas capaces de poder comunicar buena parte de la ciudad sin necesidad de abandonarlo y facilitar que un usuario de la bici pueda viajar con ella de fácilmente en autobús o metro.

BARCELONA, SPAIN - JUNE 1, 2014: Metro sign. The Barcelona Metro

Las ciudades más seguras del mundo en materia de tráfico son Estocolmo, Berlín, Hong Kong y Tokio. ¿Adivinas cuáles son las más desarrolladas y con mejor diseño en infraestructuras para reducir el uso del coche potenciando otras alternativas? Pues sí, justo esas cuatro. Entre ellas comparten las características de un amplio y efectivo transporte urbano junto a un diseño que permite caminar y circular en bicicleta con una alta seguridad y fluidez.

Estocolmo tienen una bajísima tasa de mortalidad, que es de 0,7 muertes por cada 100.000 habitantes. En el lado opuesto nos encontramos con, por ejemplo, Atlanta; que obtiene unos datos de 9 muertes por cada 100.000 habitantes, es decir, casi 13 veces más; una diferencia muy significativa en favor de las ciudades con un diseño “inteligente”.

Este diseño inteligente puede acompañarse de tecnología para una mejor gestión del tráfico. Se nos ocurre que, a través de cámaras y un potente sistema informático de Big Data se pueden monitorizar y estudiar qué zonas de la ciudad son las más congestionadas en cada momento, la dirección y el sentido de los atascos, un posible accidente, y un largo etcétera.

De esta manera, podríamos tener una gestión del tráfico de una forma totalmente autónoma sin la necesidad de intervención de un humano. Configurando los diferentes semáforos que pudieran existir o advirtiendo a los usuarios de la vía mediante carteles luminosos o mensajes a los smartphones de los peatones si la señal GPS indica que se encuentran cerca de la zona colapsada. Todo ello con el objetivo de evitar el “embudo” que suponen las retenciones en las ciudades en determinadas franjas horarias del día o por una incidencia en el tráfico.

Cyclist

Por otro lado y de forma psicológica, para una persona supone una mayor tranquilidad y seguridad circular en bici sin coches a su alrededor y con un gran número de kilómetros donde sabe que ningún vehículo a motor podrá interferir en su ruta.

Por poner un ejemplo de cómo pueden mejorar los carriles bici la seguridad del colectivo ciclista, en Bogotá, Colombia, entre 2003 y 2013, se redujo el porcentaje de ciclistas fallecidos a casi a la mitad, un 47,2 % concretamente. Y todo ello tras construir 100 kilómetros de carriles bici que conectaban zonas residenciales, escuelas, parques y trasporte público.

También es cierto que, limitando aún más la velocidad de los vehículos en los núcleos urbanos se reduce el porcentaje de siniestralidad y, en caso de accidente entre vehículos a motor, atropello a ciclista o a peatón, las consecuencias son mucho más leves. A 40 km/h el riesgo de que un atropello termine con una víctima mortal es de la mitad comparado con un atropello a 50 km/h. Si en lugar de a 40 el impacto ocurre a 30 km/h, el riesgo es unas 5 veces menor.

Ya hemos visto que reducir el número de coches y la velocidad de los mismos en los núcleos urbanos disminuye el número de siniestros y, si lo acompañamos de una buena infraestructura, mejora considerablemente la fluidez de tránsito. El problema llega a la hora de plantear cómo reducir la velocidad de los vehículos en unas calles que, a priori, están más despejadas de tráfico sin que tengamos que recurrir a radares y sanciones.

Vivaden

Hoy en día pocos son los núcleos urbanos que se libran de los tan molestos resaltos. Obligan a los automóviles a frenar considerablemente y reducen las posibilidades de atropello o accidente en pasos de cebra y cruces. Sí, consiguen su objetivo.

Sin embargo fastidian a todos los usuarios de la vía incluso circulando a velocidades muy reducidas; por no hablar de que contribuyen al desgaste prematuro de determinados elementos de la suspensión y silentblocks de los vehículos, un mayor nivel de ruido al atravesarlo, incremento consumo de combustible por no poder mantener una velocidad constante y, por tanto, mayores emisiones contaminantes.

La propuesta del badén inteligente es muy acertada, ya que penaliza a quienes superan la velocidad establecida y pasa totalmente desapercibido para los conductores que cumplen las normas. También se puede programar para que en determinados momentos permanezca activado independientemente de la velocidad de los vehículos; por ejemplo, a la hora de entrada o salida de un colegio.

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