Psicotécnicos: El barrio en el que vivimos influye en nuestra salud

Psicotécnicos: El barrio en el que vivimos influye en nuestra salud

Doctor en Medicina, Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública pero también con formación transversal en Psicología y Antropología Social, Pedro Iturrioz trabaja en la formación postgraduada de médicos (MIR) y enfermería (EIR) en Atención Familiar y Comunitaria.

Consciente de que el segundo apellido de la especialidad no tiene el peso que debería (y más en los tiempos que corren), este año coordina el Curso de Verano que lleva el título Salud comunitaria. El código postal es más importante que el código genético. (1)

 

¿Por qué decides organizar este curso?

El enfoque comunitario no lo hemos inventado ahora, todo esto del trabajo intersectorial, los consejos de salud… lo conocimos hace años, al menos los de mi generación. Pero en este momento, en el que el envejecimiento de la población va a traer consigo infinitos retos, vuelve a tener una importancia crucial.

Por otro lado, se habla mucho de la Atención Primaria, que si es la base del sistema, que si hay que potenciarla… pero la realidad es que no tiene el prestigio que tiene la medicina hospitalaria. De hecho, en España, al contrario que en otros países, la atención primaria tiene escasa presencia en las universidades y eso de alguna manera hace que la medicina familiar sea una especialidad desconocida, y evidentemente lo desconocido no te atrae. Y ni qué decir del segundo apellido de esta especialidad: el término medicina “comunitaria” está aún muy desligado del quehacer diario de los médicos de familia.

 

El título del curso es, cuanto menos, curioso. Explícanoslo.   

El título quiere ser provocativo, necesitamos llamar la atención para atraer a la gente. Muchos médicos saben que el código genético tiene mucho que ver con la salud, lo que muchos desconocen es que el código postal también, o no se imaginan cuánto. A los residentes cuando llegan les suelo preguntar por Marc Lalonde (¡a muchos ni les suena!), un ministro canadiense de Salud que defendió que la salud o la enfermedad no estaban relacionadas simplemente con factores biológicos o agentes infecciosos, sino que la mayoría de las enfermedades tenían una base u origen marcadamente socio-económica (2). Según el informe Lalonde (1974), la salud está ligada a cuatro factores: lo biológico, los estilos de vida, el medio ambiente y los servicios sanitarios. ¿Sabes cuál es el que tiene menos impacto? El último: es decir, nosotros, los sanitarios.

De ahí lo del código postal…

Exacto. El urbanismo y el barrio en el que vivimos configuran nuestra salud. Esto se observó en Londres con el proyecto Lives on the line: se calculó la esperanza de vida y la mortalidad de distintos barrios y se publicaron los datos por paradas de metro. Entre algunas paradas había hasta 10 años de diferencia en cuanto a esperanza de vida. (3)

¿Mi esperanza de vida varía, entonces, según el barrio en el que viva?

Sí, pero no porque en un barrio exista más o menos contaminación, que es lo primero que tendemos a pensar. En el caso del estudio de Londres lo que se demuestra es que la clase social y las condiciones de vida tienen mucho que ver con la salud: los barrios se organizan en base a la posibilidad de compra o alquiler de los ciudadanos, es decir, en base a su nivel socio-económico. No es casual que en el centro de Londres haya una esperanza de vida más alta que en los barrios más alejados, que son donde viven las personas con menos recursos. Por tanto, nuestra salud la determina nuestra clase social y económica, pero también nuestro género, nuestras relaciones sociales, nuestro nivel de educación…

Por eso defiendes el enfoque trasversal de la salud.

Claro. La salud es algo mucho más global que lo sanitario. No sólo es cuestión de los médicos y los hospitales, es algo que también se puede trabajar, y mucho, con educadores, urbanistas, trabajadores sociales… Si a una persona la operas de la cadera pero cuando le des el alta va a ir a casa y va a estar sola, ¿quién la va a atender? ¿Quién le va a dar de comer? ¿Quién le va a hacer la rehabilitación? Muchos médicos se encuentran en su día a día con casos de este tipo. ¿Cómo solucionamos todo esto? Como médicos no podemos preocuparnos sólo de si nuestro paciente toma las pastillas que le hemos recetado o no.

¿Cómo llevamos a la práctica ese enfoque trasversal?

Yo suelo emplear mucho la palabra Auzolan, que hace referencia al “trabajo vecinal” en euskera y que existía, por ejemplo, en los caseríos, donde entre todos se encargaban de mejorar los caminos y accesos, llevar alimentos a quien estuviese impedido o aislado, cuidar los unos de los otros…

Hace poco leí un artículo sobre los países nórdicos, que siempre nos suelen parecer de lo más avanzados y los tomamos como referentes, en el que se hablaba del excesivo individualismo de estas sociedades (4). A mí siempre me ha llamado la atención que no tengan cortinas en las casas, pero es que no ves a nadie fisgando la vida del otro, al contrario de lo que sucede en las sociedades mediterráneas como la nuestra, que somos más chismosos. Pero es que allí van tan a lo suyo que nadie sabe lo que hace el vecino, es decir, pueden tener a un anciano que necesita ayuda o incluso que ha muerto hace semanas en el edificio y nadie se entera…

El enfoque de barrio, sin embargo, en el que más o menos nos conocemos todos, chismorrear significa también saber qué hacen mis vecinos, si hay personas mayores, si viven solos, si necesitan ayuda… Habría que buscar el equilibrio de todo esto, pero yo apuesto, sin duda, por volver al concepto del Auzolan.

Defiendes el enfoque comunitario como una gran oportunidad. ¿Una oportunidad para qué?

La esperanza de vida en el País Vasco (que es una de las más altas del mundo) se ha considerado un gran logro social, y sin duda lo es, pero tiene su efecto perverso: tenemos muchas personas ancianas en un modelo de sociedad en el que la familia ha perdido el poder de cuidado (ahora se tienen menos hijos, esos hijos estudian e incluso trabajan en otra ciudad, país o continente…) y ese poder se ha trasladado al Estado (a través de residencias, centros de día, derechos adquiridos porque has cotizado, Ley de la Dependencia…). Pero las expectativas demográficas y epidemiológicas a corto/medio plazo no son muy halagüeñas. Por ejemplo, el envejecimiento de la sociedad va a traer consigo, en pocos años, un incremento brutal de pacientes pluripatológicos. Si ya hoy en día no se da abasto en la atención a estos enfermos, ¿cómo la afrontaremos a futuro?

En mi opinión, no lo vamos a poder resolver valiéndonos sólo de un enfoque sanitarista. Si lo de fuera está cambiando, no podemos seguir haciendo lo mismo. Hay que buscar nuevas estrategias, actuaciones, formas… que complementen la atención al paciente. Nunca vamos a dejar de ver al paciente en consulta, pero quizás debemos acompañarlo y complementarlo con otras opciones.

¿Por ejemplo?

Los médicos no sólo podemos prescribir fármacos, también podemos apostar por la prescripción social, es decir, prescribir recursos que hay en la comunidad y que le pueden servir a la persona que tengo delante en la consulta para llevar mejor su problema. Por ejemplo, si tengo delante a una mujer que ha enviudado recientemente, que tiene buena salud, pero que está pasando por el proceso de duelo y presenta síntomas de depresión, quizás pueda ofrecerle información sobre grupos de apoyo en el duelo o animarle para realizar distintas actividades que se organizan en la ciudad:  paseos en bici que organiza la Asociación Kalapie, los Paseos Saludables que tiene en marcha el Ayuntamiento, el Nordic Walking que ahora se ha puesto de moda, las actividades del programa 55+… Todas estas actividades, además del componente saludable de mantenerse activo, tienen un componente social igual de importante. Está demostrado que la soledad y el aislamiento social son factores de riesgo tan relevantes como el tabaquismo. Las personas que viven solas, que mantienen pocas o ninguna relación social, que nadie les llama por teléfono, que no tienen a nadie que se preocupe por ellas… mueren antes. (5)

Y a nivel institucional, ¿cómo vamos a avanzar hacia ese enfoque comunitario de la salud?

Hace años ya que las instituciones son conscientes de los retos que deberemos afrontar muy pronto y ya se está trabajando en este aspecto. El Gobierno Vasco dispone de una Guía metodológica para el abordaje de la salud desde una perspectiva comunitaria, (6) un documento que tiene como objetivo facilitar la acción comunitaria en salud. La Diputación de Gipuzkoa también ha presentado recientemente el programa Bizilagun Sarea, (7) un proyecto que busca crear redes de solidaridad entre ciudadanos y vecinos, para facilitar la detección de necesidades sociales y ayuda a las personas que más lo necesitan (personas mayores, menores, familias). Por tanto, se están dando pasos en esta dirección. No nos queda otra

Pedro Iturrioz, especialista en medicina preventiva y Salud Pública

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