Adquirir un sistema de retención infantil suele (y debería) acarrear dudas. Por eso, resulta muy útil seguir una serie de pautas generales que nos ayuden con la compra. Ahora bien, existe algún que otro aspecto sobre el que será más complicado informarnos. Esto es lo que ocurre con la idoneidad de los materiales con las que se fabrican las sillitas infantiles. Y es que, ¿sabías que en el mercado existe alguna sillita cuyas tapicerías presentan cierto grado de toxicidad?
Que cumpla con la homologación ECE R44/04 o i-Size y que así lo refleje su etiqueta, que presente instalación y anclaje mediante el sistema ISOFIX o que permita la colocación a contramarcha son solo algunas de las recomendaciones generales en pos de la seguridad de los más pequeños. En ese sentido, la Fundación MAPFRE, nos facilita la labor de la elección con las principales claves que tener en cuenta.
SRI con materiales tóxicos
Existen otros tantos aspectos que pueden llegar a pasar desapercibidos. Tal es el caso de los materiales tóxicos. Puede que parezca un factor secundario, sin embargo, los sistemas de retención infantil deben cumplir con una normativa mínima. El marco legal es similar al de la industria del juguete y textil aplicados a los productos que se destinarán a un público infantil.
La mayoría de las sillitas infantiles respetan esos mínimos, utilizando materiales y sustancias seguras en la fabricación de tapicerías y otos elementos. Sin embargo, en el mercado conviven con ciertos modelos que obtienen malos resultados en los test de toxicidad.
En los últimos años, diferentes entes han venido realizando estudios de mercado para tratar de informar a los consumidores de la calidad en función de los criterios más comunes. Entre estas pautas, se han analizado la presencia de materiales tóxicos que puedan influir en la salud y seguridad de bebés y niños a largo plazo.
La toxicidad, un valor más desconocido, pero crucial en los test de valoración
No es casualidad que las peores calificaciones fueran para la aquellos SRI susceptibles de presentar sustancias perjudiciales. Los informes realizados a nivel europeo en los laboratorios de la asociación de conductores ADAC en Landsberg (Alemania) se han convertido en una referencia.
En 2018, os acercábamos en Circula Seguro sus resultados, en los que destacaba que el 10% las sillas de coche infantiles no eran tan seguras. El motivo principal y común entre las sillitas menos seguras era su composición con materiales tóxicos. ADAC en su informe clasifica a los SRI desde «Satisfactorios» o «Muy insatisfactorios«. Esta última nota es la que acompaña a las sillitas fabricadas con sustancias nocivas.
Hablamos en presente porque en 2019 se han repetido los tests y han ofrecido porcentajes similares en cuanto a las sillitas con presencia de materiales tóxicos. Por eso, la DGT no ha dejado de alertar para que este sea un aspecto que se tenga en cuenta. Los resultados publicados y difundidos incluyen a los modelos concretos con peores calificaciones en las pruebas de toxicidad.
¿De qué hablamos cuando hablamos de materiales tóxicos en los SRI?
De nuevo, la Fundación MAPFRE nos ofrece una guía concisa y efectiva sobre qué se consideran materiales o sustancias peligrosas:
Una silla de coche no puede contener trazas ni componentes contaminantes o potencialmente peligrosos para la salud de los pequeños. Tras las pruebas se clasifican los sistemas de retención infantil en función de la cantidad de sustancias presentes en todos los componentes.
Se toma como referencia el umbral de detección, es decir, el límite que no pueden superar las sustancias.
Al mismo tiempo, la Fundación MAPFRE nos desvela qué tipo de elementos susceptibles de toxicidad se rastrean en pruebas y test:
- HAP, o hidrocarburos aromáticos policíclicos: se buscan trazas de 18 de estos compuestos, por ejemplo Benzo(a)pireno, Criseno, Fluoreno, etc..
- Ftalatos: un grupo de compuestos químicos principalmente empleados como plastificadores.
- Retardantes de ignición: son compuestos químicos que elevan el punto de ignición de los materiales a los que se aplican. Así, son capaces de aguantar temperaturas mayores sin arder, lo que es conveniente en ambientes cerrados y, por supuesto, en las sillas de bebé, siempre que estén dentro de unos valores controlados.
- Plastificantes: aditivos que suavizan los materiales incrementando su flexibilidad.
- Compuestos fenólicos, de los que se busca, sobre todo, que no haya trazas de fenol (altamente tóxico y corrosivo), nonifenol (tóxico para la reproducción y corrosivo) y bisfenol A (nocivo para la salud) en cualquier elemento textil.
- Organoestaño: familia de compuestos químicos de estaño y carbono. Algunos de los compuestos de esta familia son altamente contaminantes y otros son muy tóxicos.
- Formaldehídos.
- Metales pesados.
Salvo que uno sea químico, es complicado conocer y saber hasta qué punto estos elementos estarán presenten en el SRI que pretendemos adquirir. Por eso, la recomendación es la de, antes de comprar, informarnos sobre el modelo en cuestión.