Nos movemos en tiempos de constante evolución dentro de la movilidad. La seguridad vial se está viendo afectada por la introducción de una serie de tecnologías encaminadas a reducir el impacto del factor humano en la conducción y que prometen reducir la siniestralidad como nunca en la historia. Estas innovaciones también apuntan con cambiar la señalización vial tal y como la conocemos.
Las señales de tráfico cuentan con una historia que se remonta en el tiempo más de dos milenios, hasta la época del Imperio Romano. Su evolución histórica está cerca de sufrir un giro determinante ante la llegada de dos factores tecnológicos: la electrónica que hay detrás de hacerlas más inteligentes y varios de los sistemas asociados al coche autónomo.
¿Hacia dónde se dirigen la señales?
La eclosión de las diferentes formas de inteligencia artificial aplicadas al transporte hace que cada vez más leamos el término smart aplicado a cualquier fenómeno, dispositivo, o sistema de gestión. Un buen ejemplo lo encontramos con el Big Data y la seguridad vial predictiva. En ese sentido, la señalización no iba a ser una excepción y, desde hace años, los investigadores van dando con nuevos desarrollos y diferentes variantes que acaban bautizadas con ese calificativo de señales inteligentes o smart signals.
Estas suelen ir encaminadas a mejorar la información que proporcionan las señales, de modo que aumenten su potencial de protección vial. En la actualidad comprobamos innumerables ejemplos, incluso de soluciones que ya se han probado. Es el caso de la señal inteligente para que alerta con antelación a los conductores de la presencia de ciclistas o la gestión del tráfico a través de semáforos inteligentes.
Desde China llegan otras soluciones de señales dinámicas que pueden cambiar de color para hacerse más visibles o en función de diferentes eventualidades. Lo consiguen gracias al desarrollo de un nuevo material retrorreflectante. Sin embargo, no hace falta viajar tan lejos para encontrar el sentido de estos cambios que viven las señales. Así lo explica Juan Carlos Cano, director del departamento de Informática de Sistemas y Computadoras de la UPV, en declaraciones al Diario Vasco:
Las señales de tráfico llevarán con nosotros más de 200 años, pero seguimos en la primera generación: señales estáticas que permiten una comunicación unilateral, de la señal al conductor. Y eso requiere que sea visible, que conozcas su significado e interpretarla, y que no haya niebla o un arbusto que la oculte.
¿Leeremos las señales en el interior del vehículo?
Esto enlaza con el sentido que tendrán las próximas generaciones de señales. La tendencia es que vayan pasando al interior de los vehículos. De hecho, cada vez son más los vehículos o dispositivos capaces de informarnos de, por ejemplo, la velocidad de la vía dentro del habitáculo, incluso mucho antes de que se circule por una vía o tramo determinados.
¿Están las señales externas condenadas a desaparecer y ser sustituidas por informaciones que se proporcionarán a los conductores en el interior de los vehículos? Concebir una vía sin señalización parece algo casi imposible. Lo que es seguro es que el vehículo conectado ya replica la misma función de señalización que las señales externas.
De hecho, las tecnologías de detección de señales constituye el origen de otro de los ámbitos fundamentales para la consecución de la conducción autónoma. Tal y como se está desarrollando esta, resulta impensable que desaparezca cierto tipo de señalización, como las marcas viales. Esto es así porque el propio coche autónomo las utiliza para circular. Sin embargo, no ocurre lo mismo con todas las señales. Es decir, la inteligencia artificial de los vehículos hace innecesarias para estos ciertos tipos de señales.
Sacando partido a la transición
Una cosa son los desarrollos y otra la aplicación de los mismos. Podemos afirmar, sin demasiado temor a equivocarnos, que a las señales actuales todavía les restan unos cuantos años en las carreteras.
Su implementación tecnológica también podría ayudar a aliviar el coste que supone la renovación de la que precisan.
De hecho, en nuestro país existe una asignatura pendiente con parte de las señales de la red nacional de carreteras. Y es que, según han señalado desde la Asociación de Fabricantes de Señales Metálicas de Tráfico (AFASEMETRA), 2,3 millones de señales verticales y 350.000 m2 de carteles de orientación se encuentran fuera de garantía y, por tanto, no se garantiza el buen estado.
La innovación tecnológica servirá para paliar este efecto que, sin duda, afecta a la seguridad vial. Ese es el sentido de la incorporación obligatoria de algunos sistemas de asistencia por parte de las autoridades europeas, como el asistente de velocidad inteligente. Este marco tecnológico con las señales es prometedor y, más que nunca en la historia, su evolución puede contribuir a acércanos al Objetivo Cero.