Psicotécnicos: Por qué un niño sentado a contra marcha viaja más seguro

Psicotécnicos: Por qué un niño sentado a contra marcha viaja más seguro

 

El pasado mes de febrero, en una sesión monográfica sobre seguridad vial celebrada en Aviléd, la DGT y otros expertos del sector volvieron a recalcar lo que muchos otros colectivos llevan recalcando desde hace décadas: hay que sentar a los niños en el coche a contramarcha el máximo tiempo posible.

Ya lo volvía a recoger la Fundación MAPFRE en su Dossier sobre la Segurial Vial Infantil del pasado año. Según el estudio, todos los niños deberían viajar mirando hacia atrás como mínimo hasta los 4 años, o hasta los 25 kg y 1,20 m (peso y altura máxima permitidos para este tipo de sillas).

Lesiones que puede sufrir el niño yendo de frente

La Fundación MAPFRE también recoge que las sillas a contramarcha (ACM) reducen hasta un 80% las lesiones producidas en choques frontales, mientras que las que lo hacen a favor de la marcha (AFM) sólo pueden reducirlas hasta en un 50%. Otros expertos (aquí y aquí) también afirman que llevar a los niños en esta posición es hasta 5 veces más seguro, debido principalmente a que la carga que sufre el cuello puede multiplicarse por 7 si en vez de colocarlos en contramarcha lo hacemos a favor de la marcha. Y esta presión (de hasta unos 320 kg), ejercida sobre el cuello de un niño, puede llegar a ser mortal.

La clave está por un lado en la propia configuración de las sillitas. En los sistemas AFM, el niño queda sujeto por la zona de la clavícula, los hombros y las caderas. Sin embargo, de cuello para arriba el niño queda desprotegido, y ante un coche frontal el sistema no podrá evitar el desplazamiento hacia delante de la cabeza, provocando la elongación del cuello. En los sistemas ACM, en cambio, el niño queda retenido al completo y se evita cualquier movimiento de torsión del cuello.

Por otro lado, también influyen las diferencias morfológicas entre un adulto y un niño. En el caso de los menores de 4 años, su cabeza supone un 20-25% de su peso total, mientras que en los adultos es tan sólo del 6%. Además, la columna vertebral no está aún osificada, ni su musculatura lo suficientemente desarrollada para soportar la presión de un golpe frontal.

Lo que para un adulto puede suponer un latigazo cervical, para un niño puede significar la temible “decapitación interna”. Esta lesión consiste en la luxación completa de la primera vértebra cervical, que provoca la separación del cráneo y la columna, y que puede significar tetraplejia o incluso la muerte. Así ocurrió en los tristemente célebres casos de Gabriel el Vikingo (fallecido a los 3 años) y los hermanos Sara y Marco (la primera, con 3 años, sufrió numerosos traumatismos internos y la extirpación del bazo; su hermano, de 25 meses de edad, quedó tetrapléjico).

Y sin embargo, las sillas ACM ni son obligatorias ni se recomiendan

A pesar de todas las evidencias, de las recomendaciones de los expertos y de que existen sillas que permiten viajar a contramarcha hasta los 7 años, la legislación española sólo obliga a viajar de espaldas a los niños menores 15 meses. También es laxa la nueva normativa europea i-Size, que entrará en vigor a partir del 2018, exigiendo también los sistemas ACM sólo a los niños de ese pequeño rango de edad.

Muchos son los expertos que critican esta permisividad por parte de las instituciones públicas, especialmente con la DGT que, aunque conocen el problema y recomiendan los sistemas ACM, no obligan a su uso más allá de los 15 meses.

Los grandes clubes automovilísticos europeos tampoco apuestan por la contramarcha. En muchos de los principales rankings de Sistemas de Retención Infantil, la seguridad sólo supone un 6% de la puntuación final de las sillitas, y las AFM superan con creces a las ACM. Modelos similares a los que usaron Gabriel y los hermanos Sara y Marcos, por ejemplo, han recibido la máxima puntuación en algunos de sus informes.

La Fundación MAPFRE, en cambio, recomienda colocar al bebé en contra de la marcha todo el tiempo que sea posible, al menos hasta los 4 años, y sugiere la compra de sillitas con el prestigioso sello Plus Test, que entre otras cosas penaliza especialmente los SRI que llevan los niños a favor de la marcha.

(Haz click para ver la infografía completa)

Suecia, el modelo a seguir

Así con todo, ante la laxitud de la normativa vigente y la criticada actitud de los clubes de conductores, muchos padres afectados y expertos del sector han promovido numerosas iniciativas de apoyo a los sistemas ACM. Es el caso de la campaña “Ni un peque más en peligro”, creada por la fisioterapeuta especialista Marta Erill, autora del blog “Una mamá de otro planeta”. También colaboran en el proyecto padres y asesores del blog “A contramarcha” y su popular grupo de Facebook “A contramarcha salva vidas”.

Éstas y otras iniciativas señalan el sistema sueco como modelo a seguir, buscando su implantación en España. Allí se ha cumplido medio siglo de la normativa que obliga a llevar a los niños a contra marcha, y actualmente son autores del sello Plus Test, considerado por los expertos como infinitamente más riguroso que las normativas europeas ECE-R44 e i-Size. De hecho, ningún modelo de silla AFM supera el test de calidad sueco.

Y no es un tema casual; los suecos han sido siempre pioneros en innovaciones técnicas y normativas a favor de la seguridad vial y sistemas de retención infantil. No en vano fue un sueco, Bertil Aldman, quien desarrolló en 1963 el primer prototipo de silla infantil, basándose en la posición de los astronautas de la misión espacial “Gemini”. Estos astronautas amerizaban, como no podía ser de otra manera, de espaldas a la marcha.

Los suecos también son pioneros con su metodología de trabajo Visión Zero en la que ante un siniestro vial, la responsabilidad no queda sólo en los conductores, sino que se extiende a expertos, ingenieros, fabricantes y responsables públicos. Así, ninguna premisa se da por totalmente correcta y todos los aspectos se ponen en tela de juicio, consiguiendo que todas las partes implicadas se vean comprometidas en un proceso de mejora continua que persigue la excelencia.

El modelo sueco es, sin embargo, común en todos los países escandinavos, que han obtenido en Noruega su máximo logro. Allí, en el año 2015, ningún niño menor de 4 años falleció en sus carreteras. Lo que en nuestro país podría considerarse como ciencia – ficción, allí tiene una sencilla explicación: Todos sus niños viajan a contra marcha.

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