“Las calles son una parte importante de las comunidades. Todo el mundo, sin importar edad, raza, capacidad o nivel de ingresos, tiene derecho a un acceso seguro, cómodo y adecuado a los espacios públicos y a sus respectivos destinos, ya sea caminando, conduciendo, pedaleando o en transporte público.”

Así empieza la organización americana Smart Growth  su justificación en defensa de las llamadas Calles Completas. Una filosofía de urbanismo que puede parecer muy zen o muy nórdica, pero que parece haber cobrado mayor impulso en las atestadas ciudades estadounidenses y latinoamericanas.

Pero, ¿qué es la Calle Completa?

El concepto de Calle Completa nace de la necesidad de dotar a las calles de más usos, más allá del tradicional enfoque de vía de circulación para automóviles. Pero en estos tiempos que vivimos, en los que parece que la única solución válida es la peatonalización progresiva del centro de las ciudades, el enfoque que se defiende ahora parece casi revolucionario: todos los medios de transporte, incluido el transporte público, la motocicleta o incluso el carsharing, deben tener la misma importancia que el automóvil particular y sí, también que el peatón o el ciclista.

Como veis, no se trata de devolver las calles al peatón. Tampoco de expulsar los vehículos de motor en favor de la bicicleta. Se trata de poder dar al ciudadano la posibilidad de elegir la forma de movilidad que mejor le convenga en todo momento.

Pero el planteamiento no se queda sólo en las formas de movilidad. Concibe la calle como algo más que un espacio por el que desplazarse, sino donde se vive. Un espacio social donde puedes ir de compras, tomar un café en una terraza, leer el periódico en un banco o jugar con tus amigos. Así pues, la Calle Completa también acoge parques, plazas, tiendas, bulevares, terrazas, aparcamientos… y sobre todo, garantizar el acceso a esto ello a todos los ciudadanos, sin importar su forma de transporte.

Cómo es una Calle Completa

No hay un diseño específico para una Calle Completa. Todas ellas pueden ser muy diferentes incluso dentro de la misma ciudad, pues responde directamente a las necesidades de cada comunidad. También en las áreas rurales, donde los problemas de movilidad son otros, la Calle Completa puede adoptar formas muy diferentes a las de las grandes ciudades.

Sin embargo, sí podemos identificar algunos elementos comunes que tendrán mayor o menor presencia dependiendo de cada comunidad:

La configuración de las aceras será clave. No solamente deben existir amplios paseos y bulevares que permitan caminar con fluidez, acceder con comodidad a los edificios o las tiendas o den espacio para la colocación de terrazas en los bares.

También deben permitir cruzar las vías con seguridad, con pasos de cebra eficaces que no formen embudos de peatones, isletas y medianas que permitan esperar junto al tráfico con seguridad, etc. Y todo ello adaptado a los ciudadanos con determinadas minusvalías, como con señales sonoras, paneles accesibles, extensiones de aceras para personas en silla de ruedas…

Otro factor clave será aligerar el tráfico y hacerlo más fluido, y no precisamente haciéndolo más rápido. Se logra reduciendo la velocidad de los automóviles y delimitando con mayor precisión su espacio con marcas de carril, medianas, esquinas con radio más corto, árboles y macetas…

En cuanto a las zonas de aparcamiento, mejor las plazas en línea que en batería, aunque también en oblicuo invertida para ofrecer más plazas y facilitar la incorporación a la vía. También se fomenta el uso de aparcamientos subterráneos o, si no es posible, a las traseras de los edificios, dejando más espacio en las entradas y fachadas principales para el acceso de los peatones.

Se fomenta el uso de la bicicleta, con infraestructura propia como carriles bici protegidos, pavimento específico o abundantes racks de estacionamiento. Pero también el del transporte público, con carriles bus y vías de tránsito rápido, refugios y paradas accesibles, sistemas de pago en marcha…

Qué beneficios tiene una calle completa

Como veíamos al principio, el objetivo de las Calles Completas es garantizar el derecho al transporte de todo tipo a todos los ciudadanos sin importar sus condiciones personales. Y es que algunos colectivos sociales parecían vetados de las calles en las últimas décadas.

Las personas mayores, que han tenido que dejar de conducir y han visto mermadas sus capacidades psicomotrices, podrán moverse con más independencia y seguridad y tener un mejor acceso al transporte público.  Los niños, que sufren especialmente el problema de la obesidad infantil, podrán tener una movilidad más activa, y tendrán más espacio para su esparcimiento. Los minusválidos e invidentes encontrarán unas infraestructuras más accesibles y adaptadas, que reducirán su aislamiento y dependencia de terceras personas.

Pero no solamente se beneficiarán estos colectivos concretos. Todos ganaremos con un tránsito más fluido y más seguro, al mejorar los cruces de carretera y disminuir la velocidad. Una movilidad más activa y saludable, que combate enfermedades como la obesidad, la diabetes o la hipertensión, al fomentar la movilidad peatonal y ciclista. Y una economía local más dinámica, pues al mejorar el tránsito de los peatones y facilitar el acceso a los edificios, se fomenta el negocio de tiendas, cafeterías y otro tipo de negocios de cara al público.

En definitiva, la Calle Completa busca ser un espacio inclusivo, donde todos los ciudadanos puedan no ya sólo moverse en libertad, sino pasar el tiempo y realizar sus actividades. O como decíamos más arriba, concebir la calle como un lugar para vivir.