Renovar carné de conducir: Sacarse el carnet ya no es el objetivo prioritario al cumplir los 18

Renovar carné de conducir: Sacarse el carnet ya no es el objetivo prioritario al cumplir los 18

 

La ilusión (o ansiedad) por sacarse el carnet una vez se han cumplido los 18 años cada vez se desvanece más. Aquello que generaciones anteriores habían identificado con la libertad y la entrada en la vida adulta, no es ya de interés para la nueva generación digital. Es cada vez más habitual observar a jóvenes que ansían más un buen dispositivo móvil o gadgets tecnológicos por encima de apuntarse a la autoescuela, y eso es algo que ha hecho saltar las alarmas también de los propios fabricantes. El cambio de mentalidad, las alternativas de transporte y la falta de presupuesto son los principales factores de todo ello.

Hace no tanto, acababa la Selectividad y las autoescuelas se llenaban de inscripciones de chicos y chicas de 18 años deseosos de sentarse al volante. La prueba teórica podía aprobarse antes incluso de cumplir la mayoría de edad, por lo que muchos entraban a los 18 con todo listo para salir al asfalto. El coche, entonces, era símbolo de prestigio, el elemento diferenciador entre las amistades y el primer paso hacia la independencia. La música a todo volumen, el aire entrando por la ventanilla y los viajes lejos de la familia eran lo más parecido a la felicidad. Pero ya no es así.

¿Cuáles son las razones de la caída de cifras de nuevos conductores?

Con la crisis económica cambiaron muchas cosas y, entre ellas, destaca la enorme caída de las cifras de jóvenes de entre 18 y 25 años que se han sacado el carnet en la última década: casi un 40% menos. En líneas generales, la cifra de nuevos conductores bajó (de 873.000 en 2008 a 533.000 en 2009) pero resulta alarmante el descenso dentro de este grupo de edad. Pero al terminar la crisis, las cifras no asomaron la cabeza fuera del agua y, aunque hubo un cierto repunte en las matriculaciones, las cifras siguen sin remontar y los jóvenes dan muestras de haber perdido el interés en sacarse el carnet. Simple y llanamente porque ya no es una prioridad.

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Existen otros factores que tienen que ver más con lo demográfico como analiza ANFAC, ya que el descenso de la natalidad y la concentración poblacional en los núcleos urbanos de las grandes ciudades han relegado el coche a un espacio de ocio o vacacional, lejos del día a día. Pero quizá el factor más determinante dentro de los jóvenes es el cambio de hábitos de consumo.

Junto a la parte económica –muchos no pueden permitirse los gastos derivados de tener un vehículo– está la enorme oferta de movilidad que hoy en día se encuentra y una mentalidad más ecológica que les lleva a invertir el dinero en otro tipo de tecnologías, tendencias de ocio y forma de desplazarse por ciudad. Ya con los millennials (generación nacida entre 1981 y 1993) se pisó el freno, pero con la generación Z (1994 a 2010) y la digitalización, las prioridades han evolucionado. El gasto de estos jóvenes va destinado a las múltiples opciones de ocio y a la inversión en un buen móvil, dado que tener un vehículo en propiedad (la compra, el seguro, el mantenimiento, el carburante o el parking) es de 3.284,67 euros al año.

Y los jóvenes… ¿Qué piensan?

Existe una razón de peso entre ellos que parece importante reseñar: el tiempo. Matricularse en la autoescuela requiere de disponibilidad para asistir a las clases teóricas, paciencia para realizar los tests y meses de prácticas que, para muchos, es un tiempo que podrían dedicar a otras actividades o estudios. Urko tiene ahora 26 años y no tiene carnet ni intención de sacárselo por el momento. “Siempre he vivido en el centro de Madrid y he utilizado diferentes medios de transporte, nunca he tenido la necesidad. Además, haber empezado a trabajar temprano me obligó a hacer un tetris con mis horarios y compatibilizarlo con los estudios” asegura.

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Para muchos jóvenes, la necesidad patológica de estar conectados provoca cierto rechazo a conducir pues, mientras están al volante, no están en las redes y con ello existe cierta sensación de “estar perdiéndose algo”. Es por ello que utilizar el WhatsApp conduciendo se ha convertido en una de las infracciones más comunes y de mayor riesgo, ya que muchos sienten la inmediatez y fugacidad (Stories de Instagram que desaparecen, imágenes de lo que ocurre aquí y ahora, mensajes siempre urgentes…) provocando una ansiedad que obliga a mirar el móvil en todo momento.

Sacarse el carnet es algo que tarde o temprano saben que acabarán haciendo, pero que vendrá determinado más adelante por la búsqueda de trabajo o los proyectos familiares. La edad de obtención del permiso de conducir se ha retrasado y mientras tanto se utilizan otros modelos de movilidad como bicicletas, patinetes o coches compartidos. Estos últimos y en general la movilidad “sharing” con la economía colaborativa son la punta de lanza de la generación Z, siempre huyendo del concepto de propiedad tradicional.

«Me saqué el carnet a los 18 con mi mejor amigo y desde entonces no he vuelto a conducir, en cambio, me he ido interesando más por las motos eléctricas y ahora solo uso esas gracias a mi permiso B de conducir» nos dice Javier, estudiante de márketing en ESIC. Por último hay que destacar que la sociedad también está evolucionando en este sentido y, por ejemplo, en muchos empleos valoran de forma más positiva el disponer de diversas capacidades tecnológicas como el manejo con soltura de las redes sociales y de los programas de edición o software de producción antes que el disponer de coche propio y carnet.

Un momento delicado para las autoescuelas y los fabricantes

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El sector empresarial está viéndose perjudicado por estos cambios generacionales y, el de las autoescuelas y fabricantes, principalmente. Para ellos toca pasar por un periodo de adaptación que aún transcurre por los retazos de la crisis financiera y la última huelga de examinadores. Las matriculaciones han caído un 60% en comunidades como Galicia y muchas autescuelas locales de poblaciones pequeñas han tenido que cerrar. La solución para por evolucionar el sistema de enseñanza hacia algo más atractivo que incluya, por ejemplo, conocimientos generales sobre seguridad y prevención de riesgos antes que memorizar unas preguntas de tipo test.

Incluso la conducción autónoma y los modelos eléctricos puede que tengan cabida en esta transformación de la enseñanza en autoescuelas hacia programas de formación que cubran todos los ámbitos sobre las dos, tres y cuatro ruedas. Todo tipo de movilidad que quepa en tu teléfono móvil tiene que poder ser aprendido en la autoescuela.

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