Renovar carné de conducir: Seguridad vial, también para personas con discapacidad

Renovar carné de conducir: Seguridad vial, también para personas con discapacidad

Las personas con discapacidad son particularmente vulnerables a las diferentes políticas de seguridad vial de sus ciudades. Condicionantes como la sordera, la ceguera, la movilidad reducida, el síndrome de espectro autista, una baja capacidad intelectual e incluso enfermedades crónicas o dificultades de aprendizaje requieren de una seguridad vial adaptada a sus necesidades.

La seguridad vial debe actuar como actúan los sistemas de seguridad de un ascensor: incluso cuando el fluido eléctrico cesa o aparecen sobreesfuerzos que superan los límites de carga, este se detiene, protegiendo la vida de sus integrantes. Esta particularidad es clave de cara a que personas con discapacidad ganen autonomía vial: crear un sistema que blinde su movimiento.

Pavimento podotáctil y aceras adaptadas para personas con discapacidad

Uno de los puntos imprescindibles a la hora de adaptar la ciudad a todas las capacidades es entender que no todas las personas con discapacidad parten de los mismos supuestos, y que incluso estos pueden ser opuestos. Así, el desnivel de la acera que ayuda a marcar una barrera virtual para las personas con ceguera supone una barrera arquitectónica para las personas en silla de ruedas.

Integrar todas estas capacidades en el diseño de una ciudad es algo extraordinariamente complejo, aunque hay elementos que pueden ayudar a diferentes colectivos en paralelo. Por ejemplo, el pavimento podotáctil puede perimetrar lo que antes era la acera, reduciendo la altura de esta con relación a la calzada. De esta forma se resuelven ambas necesidades.

Dicho esto, resulta imprescindible combinar estas dos actuaciones (instalación podotáctil y rebaje de aceras) con políticas de concienciación urbana, con la reducción de la velocidad en estas calles o con la atribución de una preferencia peatonal sobre el tráfico rodado; de forma que la accesibilidad no juegue en detrimento de la seguridad vial.

 

Mobiliario urbano, esa gran barrera a la movilidad

Durante décadas, las ciudades se han diseñado ignorando las diferentes capacidades de la población, presuponiendo que todos guardamos ciertas características básicas que nos permitirán, por ejemplo, esquivar un buzón, una farola o un kiosko de prensa. Por descontado, no es así.

El mobiliario urbano es una de las barreras más importantes para personas con movilidad reducida, que se ven obligadas a desplazarse en zigzag esquivando estos objetos, pero que encuentra en personas con ceguera y sordoceguera su mayor obstáculo.

Estos últimos, ayudados por su bastón, pueden detectar los objetos mediante el tacto, pero es importante diseñar ciudades de forma tal que objetos como farolas, bancos, cajas de registro eléctrico, toldos, cartelería o contenedores de basura se hallen fuera de la ruta en línea recta de los peatones.

Es por ello que cuando se replantea el diseño de una acera se tiende a alojar todos estos servicios urbanos en los márgenes, dejando libre el carril central de la misma para que los peatones puedan avanzar sin virajes o golpes. Es también el motivo por el que, cuando se permite, el uso de la acera para aparcar

Patinetes y otros vehículos: fuera de las aceras

Junto a las barreras arquitectónicas como escaleras, y de mobiliario urbano, uno de los mayores inconvenientes para personas con discapacidad es la presencia de vehículos por las aceras. Con objeto de mejorar la seguridad vial de estas personas, así como de otros colectivos como personas mayores o niños, el 10 de noviembre de 2020 se reguló el uso de vehículos como patinetes o monopatines dentro del Reglamento General de Circulación:

“Artículo 121. Circulación por zonas peatonales: La circulación de toda clase de vehículos en ningún caso deberá efectuarse por las aceras y demás zonas peatonales.”

Estos elementos de movilidad personal generaban un importante conflicto de uso de las aceras, y las asociaciones de personas con discapacidad llevaban tiempo tras la reforma. Esta línea prohíbe de forma específica cualquier tipo de uso vehicular de las aceras, con excepción de vehículos adaptados para el desplazamiento de personas con movilidad reducida.

Y es que lo que para muchos supone una molestia que esquivar, para personas con discapacidad implica una barrera móvil que complica el ya difícil acto de desplazarse. De ahora en adelante, las aceras serán únicamente para los peatones.

Acceso a servicios urbanos, como barrera

silla de ruedas persona con discapacidad

Durante los últimos años se ha visto cómo se adaptaban gradualmente algunos servicios a algunas discapacidades. Así, han nacido nuevos elementos de seguridad vial como señalética para personas con autismo o baja capacidad intelectual, que ayudan a entender de forma más accesible el entorno.

También se ha visto cómo los rebajes de las aceras han ayudado a colectivos con baja movilidad, silla de ruedas y ancianos inclusive, facilitando el acceso a la calzada para cruzar por los pasos de cebra. Los semáforos sonoros han ayudado a personas con ceguera, y los autobuses adaptados han simplificado el abordaje.

Sin embargo, todavía quedan muchos retos de seguridad vial para personas con discapacidad. Pese a los enormes esfuerzos realizados hasta la fecha, todavía presentan vulnerabilidades que necesitan soluciones empáticas, tanto a través del Reglamento General de Circulación como de las ordenanzas urbanas.

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