Renovar carné de conducir: Última Milla: víctima y verdugo de la movilidad en las ciudades

Renovar carné de conducir: Última Milla: víctima y verdugo de la movilidad en las ciudades

El boom del comercio electrónico y los servicios de reparto a domicio han multiplicado el transporte de mercancías en la ciudad. La Última Milla, el eslabón que une toda la cadena de reparto con el cliente, es cada vez más frágil por los problemas de movilidad en las ciudades. Pero a la vez los consumidores exigimos plazos de entrega cada vez más cortos, lo que disparará sin duda el impacto que la Última Milla ya tiene en la movilidad.

La Última Milla, eslabón importante pero frágil en el transporte de mercancías

A muchos nos ha pasado alguna vez. Hacemos un pedido por internet y nos dan una fecha de entrega, en muchos casos incluso especificando la hora aproximada en la que lo vamos a recibir. Si nuestro pedido llega a tiempo, el proceso de compra habrá sido satisfactorio, incluso aunque el producto no se ajustase a lo que habíamos solicitado. Sin embargo, si nuestro pedido se retrasa por el motivo que sea y no llega el día indicado, muchos pondremos el grito en el cielo. Toda la experiencia de compra es arruinada, llevándose por delante la imagen del vendedor y todo su trabajo previo. Cientos de comentarios en los grandes marketplaces (Amazon, Aliexpress, eBay…), así lo atestiguan.

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La llamada Última Milla es con diferencia el eslabón más débil en la cadena de logística de los servicios de reparto a domicilio. Nuestro nivel de exigencia como consumidores ha crecido tanto, que la Última Milla es el partido donde el vendedor se juega a todo o nada la satisfacción de sus clientes. Y el terreno de juego donde se desarrolla este partido -la ciudad- no ayuda en absoluto. Las empresas de paquetería (y en general todas las empresas que cuentan con servicios de reparto a domicilio), se dan de bruces contra los incontables problemas de tráfico y movilidad que sufrimos en las ciudades de hoy en día (y no necesariamente en las grandes urbes): atascos, calles en obras, falta de aparcamiento o zonas de descarga…

Los llamados retailers (vendedores a cliente final) se encuentran en la Última Milla con el gran dilema de la rentabilidad. El reparto a domicilio es un servicio tremendamente ineficaz, económicamente hablando, pues a menudo los altos costes de transporte no compensan el escaso valor de muchos de los productos entregados. Pero se trata de un servicio que se hace cada vez más imprescindible, ante el auge del comercio electrónico de los últimos años (con crecimientos anuales cercanos al 30%) y la demanda por parte de los consumidores de experiencias de compra omnicanal (esto es, que combina tienda física con e-commerce). Sencillamente, para muchos vendedores, si no estás en internet, estás muerto.

El gran impacto de la Última Milla en la ciudad

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Repasemos algunas cifras. Según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores AECOC, el comercio electrónico hace crecer el mercado un 8% anualmente, lo que repercute directamente en un mayor volumen de ventas de los retailers. Esto es un gran incentivo para ellos, que fomentarán el e-commerce y darán mayores facilidades para ser más competitivos en el mercado. La consecuencia, como hemos visto, es el crecimiento del 30% de las compras por internet.

Entre esas facilidades que mencionábamos se encuentran la entrega al cliente final. Cada vez son más las empresas que ofrecen el reparto a domicilio, y de muy distintos sectores que tradicionalmente sirven en punto de venta físico (tintorerías, reparaciones informáticas, parafarmacias…). Ello también ha favorecido el crecimiento de las empresas de paquetería tradicional, y el surgimiento de otras de micro delivery (Glovo, Deliveroo, Uber Eats…) que tratan de responder a los plazos cada vez más ajustados que como consumidores demandamos.

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La presencia de todos estos repartidores en el conjunto del tráfico urbano es cada vez mayor, y el impacto que tiene en las ciudades se produce en muchos de sus aspectos. Según AENOC, el 38% de los kilómetros recorridos por vehículos son de repartidores. Ello además los hace responsables del 20% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Y que además ha producido un aumento de la siniestralidad vial en la ciudad (aumento del 7% en accidentes de reparto de comida a domicilio y de casi el 50% en accidentes con furgonetas involucradas). Y todo ello se verá multiplicado a medida que vaya incrementando las cifras del comercio electrónico.

Última Milla sostenible para la ciudad del futuro

Todo ello nos lleva a una conclusión clara: la Última Milla tal y como la conocemos es insostenible a largo plazo. El reparto a domicilio y la nueva movilidad urbana están condenados a entenderse. Empresas e instituciones están obligadas a buscar fórmulas para que el comercio electrónico pueda crecer de manera sostenible. Y sin que suponga un riesgo para las empresas ni tenga un impacto tan negativo en la movilidad urbana.

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Aparte de mucha concienciación entre los profesionales, parece que está claro que las soluciones pasan por una presencia cada vez mayor del vehículo eléctrico (y en menor medida, del de pila de hidrógeno) en las flotas de reparto de las empresas de distribución. Los fabricantes están apostando por versiones eléctricas de sus principales modelos de vehículos comerciales, y los nuevos conceptos (desde el ya veterano Twizy hasta el futurista E-Palette) se mueven ya con sistemas ecológicos.

Pero también pasan por las formas alternativas de logística que estamos conociendo en los últimos años. Podemos hablar del Cross-docking, sistema que trae a la ciudad las mercancías ya preparadas y listas para ser entregadas, con lo que se reduce al máximo el almacenaje en los centros urbanos. O el Click and Collect, donde es el cliente el que recoge su compra online en el punto de venta (u otro punto de recogida convenido), reduciendo o eliminando la fase de la entrega final.

Última Milla

En todo caso, la transformación de la Última Milla está llamada a transformar igualmente su entorno urbano. Los polígonos industriales de muchas ciudades ya se están convirtiendo en grandes parques logísticos, para abastecerse a ellas mismas o a ciudades cercanas de mayor tamaño. Y otros parques de menor tamaño, más cercanos al centro urbano, están floreciendo en las zonas periféricas de las grandes capitales.

Y la tendencia es meterse más aún en el interior de la ciudad: Muchos inversores del sector del transporte han mostrado ya su interés en viejos supermercados de barrio o talleres en desuso. El objetivo de ellos es transformarlos en microcentros logísticos urbanos que sirvan a un solo distrito, para reducir al máximo la distancia de la Última Milla. Estos centros además servirían como base para la recarga de flotas de vehículos eléctricos o puntos de recogida para sistemas Click & Collect.

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