Tratamiento antidepresivo y conducción.

Tratamiento antidepresivo y  conducción.

La persona depresiva debe aprender pautas de estilo de vida saludables en cuanto a comidas, horarios y relaciones personales.

El paciente no puede conducir, aunque anímicamente se encuentre mejor, hasta que el médico le informe que su medicación es efectiva, la dosis correcta y los efectos secundarios no limitan su capacidad al volante.

El tratamiento farmacológico se basa en medicamentos antidepresivos. El inicio de la mejoría clínica se produce por lo general, a partir de la tercera semana de instaurar la dosis completa.

Antidepresivos tricíclicos (ADT):

Inhiben la recaptación de noradrenalina y serotonina. La imipramina, amitriptilina y clomipramina son los más eficaces.

Indicados en la depresión endógena o melancolía, y también en los síntomas mixtos de ansiedad y depresión en pacientes depresivos ambulatorios.

Sus efectos secundarios son abundantes, pero pueden disminuirse si se administra una sola dosis por la noche.

A pesar de ello, puede manifestarse retención urinaria, estreñimiento, alteraciones de la acomodación ocular, sudoración, somnolencia, insomnio, confusión, manía, taquicardia, arritmias ventriculares, hipotensión, cefalea, incoordinación, facilidad para las convulsiones, etc.

Estas reacciones adversas son más frecuentes al inicio del tratamiento, y están en relación con la dosis. La mayor parte de ellos ceden a las 2-3 semanas de iniciado el tratamiento.

La intoxicación con antidepresivos tricíclicos puede ser mortal como consecuencia de las arritmias cardiacas, hipotensión severa o convulsiones.

Es importante que los pacientes no hagan cambios en la dosificación. No se deben prescribir en los casos en que no se pueda asegurar un consumo correcto o se sospeche que el paciente los puede utilizar para suicidarse.

Venlafaxina:

Inhibe la recaptación de noradrenalina y serotonina, pero de modo más selectivo que los ADT, por lo que las reacciones adversas son menores.

Al inicio del tratamiento, se pueden presentar síntomas de ansiedad o nerviosismo, así como, náuseas, insomnio, mareos y estreñimiento.

A dosis altas, elevan la presión diastólica, por lo que se debe vigilar estrechamente a los pacientes tratados. Tiene pocas interacciones con otros medicamentos, por lo que se puede utilizar con otros fármacos y el alcohol.

Conviene advertir al paciente que aunque no interfiere con el alcohol, cuando vaya a conducir no puede consumir bebidas alcohólicas, pues éstas sí interfieren con la conducción.

Antidepresivos tetracíclicos:

Inhiben la recaptación de noradrenalina, como nortriptilina, maprotilina, lofrepamina y reboxetina.

En general, no se recomienda el uso de nortriptilina y maprotilina en los pacientes con enfermedad cardiovascular o epilepsia.

La lofrepamina tiene pocos efectos anticolinérgicos, sedativos y cardiotóxicos, pero puede producir hepatotoxicidad.

La reboxetina no es sedativa y no provoca lentitud psicomotora, pero puede provocar retención urinaria y taquicardia.

Inhibidores de la mono-amino-oxidasa (IMAO):

Son de gran eficacia, como la tranilcipronina y moclobemida, en cuadros depresivos con importante componente ansioso.

Los efectos secundarios son numerosos, por su potenciación adrenérgica y serotoninérgica, como cefalea, vértigo, insomnio y temblor.

Sin embargo, tienen poca acción anticolinérgica, por lo que son mejor tolerados que los ADT, y presentan menos efectos cardiovasculares.

Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS):

Efectivos en la depresión, asociada o no, a cuadros ansiosos.

La dosificación es más sencilla que en los ADT. Los más utilizados son paroxetina, fluoxetina, citalopram, fluvoxamina y sertralina.

Son menos cardiotóxicos y mucho más seguros en caso de intoxicación que los ADT. En general, tienen menos efecto sedante y anticolinérgico.

No obstante, tienen efectos secundarios que obligan a tener precaución, e incluso en algunos casos, a suspender el tratamiento.

Las reacciones adversas más frecuentes son náuseas, diarrea, dispepsia, insomnio, somnolencia diurna, agitación, temblor, inquietud, irritabilidad, parkinsonismo y cefalea.

Antidepresivos con acción sobre receptores serotoninérgicos:

La trazodona es muy sedante, y sus efectos secundarios son sedación, hipotensión, náuseas y vómitos. No se debe utilizar en enfermedades cardiacas.

La nefazodona presenta menor incidencia de insomnio y alteraciones gastrointestinales que los ISRS, pero puede producir cefalea, vértigo y náuseas.

Además de su acción antidepresiva, tiene acción ansiolítica propia y reguladora del sueño, y posiblemente analgésica.

Antidepresivos con acción sobre los receptores alfa-adrenérgicos:

La mianserina es muy sedante y con escasos efectos vegetativos. No afecta a la conducción cardiaca, pero puede causar somnolencia.

La mirtazapina es eficaz tanto en la depresión como en la ansiedad. Los efectos secundarios más frecuentes son gran somnolencia y mareos.

Litio:

Las sales de litio se utilizan para el tratamiento y prevención de la psicosis maniaco depresiva, en la manía o en la depresión. Se producen efectos tóxicos si el litio en sangre es superior a 1,2 mEq /l.

Consejo sobre tratamiento antidepresivo.

Una vez establecido el contacto con el paciente depresivo, el médico debe citarle cada 1-2 semanas, explicándole que las visitas son para valorar su evolución y poder comentar sus sensaciones, recordándole que no puede conducir hasta que expresamente le sea permitido.

El médico debe conocer la opinión del paciente, si en alguna visita necesita prescribirle fármacos antidepresivos.

El médico debe advertir al enfermo de las reacciones adversas de los medicamentos, más notables en las primeras semanas de medicación, del riesgo de toxicidad y, por último, deberá exigirle el adecuado cumplimiento de la pauta.

El paciente no puede conducir, aunque anímicamente se encuentre mejor, hasta que el médico le informe que su medicación es efectiva, la dosis correcta y los efectos secundarios no limitan su capacidad al volante.

El enfermo no puede interrumpir el tratamiento antidepresivo de forma brusca, advirtiéndole que si nota algún inconveniente o reacción adversa acuda inmediatamente a consulta, aconsejándole que en este lapso de tiempo no conduzca.

El seguimiento de estos pacientes es fundamental para evitar su incapacidad al volante, tanto por la enfermedad, como por el tratamiento recomendado.

Se sabe, que dos tercios de los pacientes abandonan los medicamentos prescritos en el primer mes de tratamiento, por lo que el médico debe estar alerta ante tal situación por el incremento del riesgo al volante.

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